En esta sección se quiere hacer una contribución conceptual y metodológica para la construcción colectiva y consensuada de la visión o imagen objetivo de Carrizal, extensivo a cualquier otro municipio del país, en una prospectiva hasta el año 2025, que pueda ser útil a los órganos del poder público municipal, a las comunidades organizadas y a los actores sociales y económicos, en el diseño e impulso de proyectos viables de desarrollo sostenible, a la escala de las potencialidades, recursos y demandas de la población propia y las zonas de influencia.
Pero antes es preciso
dejar sentada una advertencia preliminar sobre lo que no es la visión a los efectos del desarrollo local: la visión no es una rima de marketing; no es una directriz que exige
acatamiento o alistamiento militante; no
es una función administrativa de la organización. Es, ante todo, un compromiso y una aspiración consensuada de
gobernabilidad para hacer que las cosas sucedan según el interés común.
La
visión compartida es una imagen objetivo general que se construye de las
visiones personales o parciales, en el que todos se sienten identificados con
ella. Opera como una aspiración que motiva a la acción y no como una lealtad a
un liderazgo o un proyecto ideológico o político excluyente. La visión es un
foco de luz que facilita la sinergia y la coherencia de la planificación y la
utilización de los recursos para lograr los objetivos y metas del desarrollo
local.
Senge
(1992) afirma, que una de las razones por las cuales la gente procura construir
visiones compartidas, es el deseo de estar conectada en una “tarea importante”, que trasciende las
posibilidades de logro individual o que sólo es posible su logro con el esfuerzo
compartido de todos. Eleva las aspiraciones de la población; es una expresión
de unidad en la diversidad, de fuerza unitaria y colectiva para construir un
mejor futuro.
Por su parte, Carucci
(1999) afirma, que el hecho de poseer una idea clara de lo que se desea crear y
alcanzar, facilita en sumo grado la identificación de las prioridades y la
orientación que en definitiva se le imprimirá a la gestión del desarrollo
local, de manera que la visión no es una mera declaración del “municipio que queremos”, ubicada en la
distancia del futuro, sino que es una definición a priori que expresa un propósito trascendente a alcanzar, que
además opera como una fuerza de atracción o foco que guía las acciones y las
decisiones de los actores involucrados e interesados en lograrlo. Si a la
planificación se le define como un instrumento que precede y preside la acción (Carlos Matus, ipse dixit), la visión expresa en términos definidos la
transformación y la “figura” de lo posible.
Carucci (op. cit) se
apoya en la tesis del “poder de una visión” desarrollada por Barker en sus
estudios, para afirmar que una visión es un sueño en acción; un sueño sin
acción no es más que una ilusión; una acción no guiada por un sueño carece de
sentido. Tener una visión positiva del futuro es el motivador
más poderoso para el éxito de una persona, organización, entidad pública o una comunidad organizada.
El futuro puede ser
influenciado por lo que uno hace antes de llegar a él, y por lo que los demás
hacen, del mismo modo como el presente en buena medida es el resultado de las
iniciativas y decisiones, acertadas o no, ocurridas en el pasado; seguro es que
las acciones de ayer modificaron el curso del presente. Se trata entonces, de
diseñar el futuro deseable y adoptar los medios para llegar a él.
En esta
misma línea de ideas, Ackoff (2012), sentencia con absoluta convicción y
certeza, lo que debe ser la prédica de los gerentes planificadores: el futuro no sólo hay que visualizarlo, sino
que hay que crearlo; el objetivo de la planificación es diseñar el futuro
deseable e inventar el camino para conseguirlo.
Las visiones
compartidas surgen de visiones personales, no de visiones oficiales. Detrás de
cada visión personal, está una convicción y un compromiso que al hacerse común
entre todos, se convierte en fuerza de transformación. El ejercicio de
compartir la visión personal, por ejemplo, de “lo que aspiro sea mi ciudad en
el año 2025”, produce a menudo la sorpresa de encontrar más coincidencias que
divergencias.
Esta premisa es aún
más meritoria, cuando se trata de compartir una visión en la que el dividendo
del logro no se mida o prorratee en intereses particulares (económicos,
políticos, electorales u otro), sino que los resultados esperados sumen al
logro del mejoramiento de las condiciones de vida de toda la población, que es
en definitiva la misión común de los actores sociales y públicos que participan
en los proyectos democráticos del desarrollo local.
Ahora
bien, la dimensión que queremos darle a la visión compartida, no es la de la Alcaldía
o el Concejo Municipal; la visión es de todo el Municipio. Los diversos actores
políticos, sociales, empresariales, comunitarios e institucionales se deben
alinear guiados por la visión acordada por todos. Les corresponde a estos
actores en el marco de la planificación estratégica participativa, definir sus
respectivas misiones y objetivos de gestión, según sus competencias y
atribuciones, pero sin desviar el “curso
de la carreta”. El rol de la Alcaldía, el Concejo y el CLPP, es el de
liderar, coordinar y ejecutar las políticas y resultados que expresen el logro
progresivo de la visión del desarrollo local.
De una manera concluyente, en el programa de capacitación
del Proyecto Promoción de la
Planificación Participativa del Desarrollo Local, patrocinado y coordinado por
la Universidad Católica Andrés Bello (2015), en convenio con la Unión Europea y
la Fundación Konrad Adenauer, se establece, que los planes, ordenanzas y
actos de gobierno adquieren plena
entidad y significación, cuando responden a una visión del municipio formulada
con arreglo a mecanismos de participación y corresponsabilidad, construida a
partir de la diversidad de intereses, recogiendo allí los sentires, saberes y
voces de los miembros de organizaciones sociales, activistas políticos,
defensores de derechos humanos, empresarios y comerciantes, campesinos,
trabajadores, estudiantes, gobierno local y ciudadanos en general.
Construcción
de la visión compartida
Conforme con la
premisa anterior y como un ejercicio de aproximación, se realizaron entrevistas
puntuales a dieciséis personalidades del mundo político, institucional, social,
económico y comunitario, que representan la vocería de los sectores que generan
opinión y que tienen responsabilidades frente a sus respectivas comunidades u
organizaciones. A cada uno de ellos de manera individual y directa se le
formuló la misma pregunta, en los siguientes términos: ¿Que aspiras sea
Carrizal en el futuro, por ejemplo, en el año 2025, que implique impulsar desde
ahora un proceso de desarrollo económico, social e institucional para
alcanzarlo?
De las respuestas
obtenidas, creamos la siguiente síntesis de Visión Compartida, basada en las
coincidencias y aspectos consensuados de sus respectivas respuestas y análisis:
Visión
Compartida: versión propuesta
En el año 2025 Carrizal habrá alcanzado un desarrollo
productivo y turístico, sustentado en sus ventajas competitivas, en
su posición geográfica y en la voluntad de transformación de la población
organizada, participativa y creadora, fundada en valores democráticos de
convivencia, equidad, inclusión, solidaridad, unidad, corresponsabilidad y
cultura ciudadana.
Será una ciudad
moderna, con espacios y servicios públicos de calidad; ambientalmente
sostenible, ordenada y abierta al disfrute de todos. Una ciudad saludable, con
oportunidades para el estudio, trabajo, deporte, cultura, paz y progreso; con
identidad y orgullo de su propia historia.
Con una organización del poder público de vocación
democrática, transparente y de puertas abiertas; eficiente y en permanente
proceso de innovación y mejora de la calidad de gestión, dirigida a satisfacer las necesidades, derechos y expectativas de la comunidad.
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